(Foto: Eva García)
Afinidad
Su casa era granate y sus pecas hacían juego con su melena
pelirroja y sus labios de carmín. Entre
vestidos bermellones anidaba en su muñeca una guirnalda de rubíes. Se ponía
fácilmente colorada y sus ojos eran gotas de vino tinto. Varias veces cada día
su cuarto de llenaba de hojas: era otoño.
Mas puesto colorá, como mi alcenipón. Bienvenido a la vida, espero que no hibernes hasta el próximo noviembre otra vez. Bicos.
ResponderEliminarHabía ganas de otoño veo, je je.
ResponderEliminarCelebro volver a leerte amigo Barlon.
Abrazos.